Carlos Cólogan continúa rescatando episodios donde los ‘canary wine’ se convierten en destacados protagonistas.tunel-del-vino-1 Londres

En esta entrega, titulada “El túnel del vino”, recupera la historia que habla de un pasadizo por el que se desembarcaban los vinos que llegaban a un embarcadero en el puerto de Londres. El relato comienza así: “Cerca del Támesis, a la altura del London Bridge atracaba el Scipio. Las aguas del río fluían limpias y calmas y el bergantín se apostaba en el pequeño embarcadero de Allhallows Lane. Una vez abiertas las bodegas la mercancía se izaba con cuerdas y poleas. Despacio y con sumo cuidado, cada pesada pipa de vino se bajaba a la húmeda gravilla donde dos rudos ingleses las colocaban sobre dos raíles de acero”. Así describe la maniobra de descarga.

Y continúa describiendo. “En ese punto de la ribera del río se abría en la pared de piedra un oscuro túnel y aquellos dos raíles de acero se perdían dentro.

Trescientos húmedos metros bajo los edificios, los raíles conducían hasta Swithin’s Lane donde los vinos canarios reposaban en las bodegas de la compañía. Así, dos veces al año, durante un par de décadas”.

El relator descubre que hace unas semanas estuvo en aquella antigua casa de comercio y sobre ese episodio detalla: “Bajé por unas viejas escaleras a aquellas oscuras bodegas. Tras una pesada puerta de madera seguimos descendiendo y entonces pude acceder al túnel, ahora convertido en una bella y secreta bodega. Caminé por él con la piel erizada, mientras me explicaban que el túnel había sido construido en el Medievo y era un acceso oculto para entrar a la City, la vieja ciudad fortificada”.

Y, precisamente, aquel histórico pasadizo lo usaron los canarios centurias después “para desembarcar los vinos que descargábamos en el río que allí sigue esperando a que se revele una maravillosa historia”.

Carlos Cólogan precisa  que “el túnel permaneció oculto hasta hace solo quince años. Cuando se tiró la tapia que lo ocultaba emergió de él un fuerte olor a vino apareciendo decenas de oscuras botellas. Eran vinos de Madeira de principios del XIX de la compañía Sandeman. De los vinos canarios de finales del XVIII no quedaba huella alguna, pero quien me lo enseñó sabía perfectamente de los canarios que les habían precedido. Entonces mi corazón se encogió y desde ese día algo me empuja como nunca antes. Es mi empeño y cada día estoy más convencido de que el vino construyó gran parte de nuestra historia y a él le debemos mucho más de lo que creemos y si no, tiempo al tiempo”.

(Texto de Carlos Cólogan, reeditado por S. Lojendio para bodegacanaria.es)
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