EL SITIO DE SAN JUAN
Beber vino de Tacoronte siempre fue un buen remedio para la salud. Así lo recomendó en 1958 el Dr. Crawford, del Hospital Karolinska de Estocolmo, a un marino canario nacido hace un siglo al pie de Teide, que fue a curarse de un problema pulmonar a la capital de Suecia. Sesenta años después, un hijo de aquel piloto-el que suscribe-disfruta habitualmente de los frutos vinícolas de Tacoronte visitando la bodega de otro canario que tuvo que marcharse fuera para buscar un mundo mejor. Hablamos de Paco González y de la bodega “El Sitio de San Juan”.
Aquí se degusta el vino con placer. El visitante lo practica siguiendo las recomendaciones de los expertos en la materia, en especial del enólogo, Pablo, quien cuenta de manera ceremoniosa la historia de la finca, de la bodega y del vino que produce. De un terreno situado en el municipio tinerfeño de Tacoronte, famoso por sus caldos, junto al camino que baja paralelo al barranco de San Juan. Orientado al norte pero mirando al mar Atlántico y al Teide, y atravesado por el canal de aguas alumbradas en la galería de Guayonge. De una tierra que se compuso y se plantó de viñas. De una bodega moderna que está a una cota de 313 metros y terminó de construirse en 2015, el año de la luz y del patrimonio industrial, y que por tanto aspira a cumplir con su fin fundamental: un vino de calidad. Es decir honrando la relación suelo-viña y uva-vino, donde el clima aparece como elemento clave junto al sustrato fundamental que le da vida al vino. En particular por la humedad que los vientos alisios aportan como singularidad de la zona por su proximidad al océano. A veces apunta la historia de cómo Paco ha vivido su sueño, entre Canarias y América, entre Tenerife y Venezuela, para conseguir la finca y su bodega.
Hay momentos en que recordamos al naturalista alemán, Alejandro de Humboldt, quien en junio de 1799 visitó el valle de Taoro después de atracar en el puerto de Santa Cruz, subir hasta Agüere, continuar por Tacoronte y Acentejo hasta el Puerto de Orotava y alcanzar el Pico del Teide, antes de seguir para América. Fue cuando se dio cuenta de la fisonomía de las plantas, que respondía a la combinación del suelo y del clima. Tanto en el valle de La Orotava como en los Andes. Como sucede en todos los ecosistemas agrarios y forestales, en todos los pisos de vegetación. Por eso no es de extrañar las calidades organolépticas de los vinos producidos en la luminosa ladera de Tagoro, derivadas de sus características físicas y químicas, a su vez función de los nutrientes minerales del suelo y de las brisas marinas del océano Atlántico. También evocamos a otro naturalista europeo, el francés Sabino Berthelot quien años más tarde apostó también por Tagoro y Taoro, respectivamente. Por los bosques de laurisilva en Agua García y por la instrucción académica en la Villa de La Orotava.
Si pasaran por este barrio de San Juan, los dos naturalistas disfrutarían mucho al contemplar las viñas que crecen hoy en este singular ecosistema donde se combinan las parras de las uvas vijariego con las de xirac. Podrían constatar que las viñas miran al Teide y al mar, como los poetas de la Tierra, por lo que no es de extrañar la incorporación de la poesía a la hora de beber vino. Y como el paisaje es un cúmulo de historias, la finca y sobre todo la bodega de “El Sitio de San Juan”, toda modernidad, es un buen lugar de encuentro social para beber y conversar, como en la buena literatura de viajes. También un punto de observación del paisaje del norte de Tenerife, así como de la calidad vitivinícola que siempre ha caracterizado a Tacoronte y que el amigo Francisco González Yanes, un emprendedor de altos vuelos, ha sabido proyectar el mundo.
ISG. Mayo 2016
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