El vino canario suele llamar la atención, cierto, pero somos los canarios los que estamos llamados a mirar y ahondar más en nuestras raíces, en nuestra particularidad a través del fruto de la vid y de los interesantes tipos de elaboración que se producen hoy en día.
El mapa vitícola de Canarias pivota sobre once denominaciones de origen. Las de Tenerife (Tacoronte-Acentejo, La Orotava, Güímar, Ycoden Daute Isora y Abona), más Lanzarote, La Gomera, El Hierro, La Palma y Gran Canaria. A éstas se ha sumado la DOP Islas Canarias recientemente. Salta a la vista que en el sector existe gran fragmentación y diversidad entre unas islas y otras, también entre comarcas, aunque con un denominador común en los últimos tiempos: escalar en calidades y reforzar vinificaciones con unas “credenciales” que únicamente puede aportar el suelo volcánico y las características climatológicas (microclimas) de cada zona.
En el panorama actual y por razones de peso histórico, incorporación de tecnología punta y mayor volumen de producciones cabe afirmar que las cinco denominaciones de origen tinerfeñas, al igual que la lanzaroteña, “empujan en el avance de la viticultura canaria”, opina Alberto González, enólogo de bodegas Rubicón (Lanzarote). Considera este experto, por otra parte, que mientras que el vino en La Gomera -con la uva forastera como icono- está viviendo una etapa de cierto declive, La Palma y Gran Canaria están abriendo caminos para ofrecer a los consumidores vinos mucho más atractivos.
La producción en El Hierro, aunque siempre interesante, es poco significativa (aunque de allí saliera aquella referencia legendaria del Tanajara Baboso Negro), y en Fuerteventura apenas se puede hablar de actividad y producciones vitícolas propiamente dichas.
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La pasión se ha contagiado entre un buen grupo de bodegueros y enólogos canarios que no se conforman con cubrir los estándares tal cual y sí remontar las pruebas de fuego que se marcan para satisfacer las exigencias de los consumidores. Desde hace un par de décadas, esos bodegueros de renombre en las Islas han perseverado en la recuperación de variedades autóctonas (baboso negro, marmajuelo, forastera gomera…) y, con máximo respeto al terroir, han practicado una viticultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
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La Historia otorga carácter
En la obra de Shakespeare Enrique IV uno de los personajes exclama: “Por mi fe que habéis bebido demasiado vino canario (Canary Wine). Es un vino maravillosamente penetrante y que perfuma la sangre antes de que se pueda decir: ¿qué es esto?”.
“Ser o no ser… ésa es la cuestión”. Dilema que se desprende del soliloquio de la obra Hamlet, también del autor inglés, escrita alrededor de 1600 y que quizá venga al pelo para particularizar el devenir de un sector que ha avanzado con fuerza en los últimos años pero que también se debate entre las complicaciones propias de una actividad económica sujeta al sector primario y a los avatares cambiantes de los mercados interior y foráneo.
En el caso del vino canario y, con marcada alusión al tinerfeño, hay que aclarar que los cultivos en enclaves difíciles por la orografía, las vendimias manuales y producciones limitadas elevan los precios de tal forma que obviamente dejan de ser competitivos frente a referencias peninsulares ostensiblemente más baratas. Esto genera la desmoralización de productores que cada año se preguntan si deberían o no dejarlo definitivamente.
El consumidor interno se debate entonces entre apuntar o no a lo autóctono y se pregunta si por calidades merece la pena rascarse el bolsillo. Las comparaciones son odiosas pero… La búsqueda de opciones en mercados de otros países (muchas de ellas en Estados Unidos donde el vino canario es apreciado) es cada vez menos testimonial, pero aún queda mucho por avanzar. Por lo general, propios y extraños se deshacen en alabanzas: la sorpresa ante esa especie de “exotismo” que barniza al producto, en general, de esta tierra insular. Sin embargo, en toda esa euforia y a la hora de adjetivar, se deja entrever el desconocimiento más absoluto y la repetición majadera de tópicos que han terminado por aburrirse a sí mismos: “que si la marcada identidad que imprime el terreno volcánico, que si la inimitable tipicidad o el sello único de varietales prefiloxéricas,…”.
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Bodega El Sitio / bodegacanaria.es / Fragmentos del artículo de F. Belín ‘7Caníbales’
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